miércoles, 7 de julio de 2010

Historia del Cine Animado

La Información en este blog se dirige principalmente a todos aquellos interesados en cinematografía, desde su análisis en cuestión a contenidos y las partes técnicas que lo involucran. Este primer blog sobre cine está dedicado principalmente a una nueva tendencia en México, poco explotada pero cada día con más adeptos, el cine de Animación. Es importante antes de entrar de lleno a la parte técnica sobre la realización de dichas películas, conocer parte de su pasado e influencias que lo han traído recientemente a nuestro país






¿Qué es un dibujo animado? En los tiempos en que la animación era tradicional, podíamos decir que se trataba de una sucesión de ilustraciones rodadas fotograma a fotograma. Hoy podemos ampliar la definición, y hablar de un elemento estático, sea éste un dibujo, un muñeco o una imagen computarizada, es combinado con otros en sucesión coherente, de forma que, por un fenómeno de persistencia de la visión, el ojo humano capta el proceso como un movimiento real. Los dibujos animados guardan una estrecha relación con la caricatura y el cómic. Estas tres creaciones comparten el dibujo como forma artística esencial, así como numerosas convenciones y estereotipos a la hora de estilizar los personajes, plantear sus movimientos y, en suma, establecer los cauces de la narración donde se integran. No es extraño, por tanto, que numerosas producciones de animación tengan su origen en la historieta, y viceversa. De hecho, importantes animadores, caso de Ub Iwerks, el creador de Mickey Mouse, han sido asimismo notorios autores de cómics. Por esa condición secuencial que los caracteriza, el cómic y el cine quedan vinculados tanto en lenguajes como en estrategias narrativas. No obstante, el procedimiento fílmico que más se aproxima al tebeo (y por tanto a su fórmula más próxima, la fotonovela) es el cine de dibujos animados, cuyas convenciones y trayectoria serán el tema que ha de ocupar las próximas líneas. Cada fotograma ha de corresponder a un plano de animación distinto, y ese proceso ha de ser fiel a unos tiempos determinados, para dar consistencia y credibilidad a la ilusión de movimiento cuando, por ejemplo, la serie de planos es proyectada a veinticuatro imágenes por segundo. En el caso de la animación de figuras flexibles, el equipo ha de mover las figuras fotograma a fotograma, en un proceso muy laborioso y lleno de inconvenientes que recibe el nombre técnico de stop motion.



La ilusión de animar lo inanimado apasiona a los primeros cineastas. James Stuart Blackton rueda en 1900 The enchanted drawing, una de las primeras producciones de animación, muy imitada por sus contemporáneos. La definitiva popularización de la energía eléctrica originó una moda de películas en las que la electricidad era la protagonista, y en las que se empleaban estos recursos de animación. Así, en Gran Bretaña Cecil Hopworth dirige The Electricity Cure, primera de una serie cuyos títulos son suficientemente expresivos: The Electrical Goose (1905), The Electric Hotel (1906), The Electric Belt (1907), Liquid Electricity (1907), The Electric Servant (1909) y The Electric Vitaliser (1910). Tras comprobar cómo Méliès rechazaba su idea del pintado mediante tramas, Chomón ofreció sus habilidades a Pathé. A partir del descubrimiento del llamado “paso de manivela” (stop-motion), desarrolla un aparato tomavistas, la “cámara 16”, que rueda imagen por imagen, y con ella acomete varios de sus más arriesgados proyectos. Destaca entre ellos su más conocida obra: El hotel eléctrico, producida en 1908 por la Pathé, hecho que confirma la posibilidad de que Chomón se inspirase en El hotel embrujado (1906) del británico Stuart Blackton.

Durante la etapa de apogeo de Walt Disney Productions y de la unidad de animación de Warner Bros., otras compañías buscan sin tregua nuevos talentos para competir en el mercado cinematográfico. William Hanna y Joseph Barbera, dos experimentados dibujantes de cómics, son contratados por la Metro-Goldwyn-Mayer (MGM) en 1937. Tras experimentar con varios formatos, Hanna y Barbera presentan en 1940 el resultado final de sus diseños, un gato y un ratón en constante enfrentamiento: Tom y Jerry. El éxito es inmediato, pero los dos socios, con una buena dosis de ambición, deciden en 1957 abandonar la protección de la MGM y forman su el estudio que llevará su propio nombre. Es la época en que la televisión se consolida como medio de entretenimiento, así que ante ellos se abre un nuevo panorama creativo. Poco tiempo después, Hanna-Barbera casi monopoliza la creación de teleseries con un sistema ampliamente descentralizado, con animadores que colaboran desde otros países, como España. Muchos personajes surgirán de esta factoría, destacando entre ellos los Picapiedra, el oso Yogui, Pixie y Dixie, Leoncio y Tristón, Don Gato, Lindo Pulgoso, Maguila Gorila y Pepepótamo. Walt Disney ha de soportar en 1941 una huelga de animadores que supone la huida de varios de sus mejores dibujantes, entre ellos Stephen Bosustow, uno de los creadores de la nueva compañía United Productions of America (UPA), que funciona desde 1943. Bosustow prefiere un tipo de dibujo esquemático, muy caricaturesco, expresivo y muy alejado de los parámetros realistas tan apreciados por Disney y quienes le siguen siendo fieles. El lanzamiento fundamental de UPA es Mr. Magoo, un adorable anciano cuya extrema miopía le lleva a complicarse la vida con las peripecias más inesperadas. Su presencia en cine y televisión será habitual en las décadas siguientes. A partir de los años setenta, las grandes compañías editoras de cómics estadounidenses entran en el mercado televisivo para comercializar sus creaciones en forma de dibujo animado. Una empresa norteamericana, Filmation, es la encargada de producir teleseries protagonizadas por Flash Gordon, Tarzán, el Zorro, Batman y Robin, entre otros. Con la misma filosofía comercial, grandes empresas jugueteras como Mattel producirán series que, en realidad, son un vehículo promocional para ciertos productos de entretenimiento infantil. No obstante, la necesidad de nuevos materiales para la industria televisiva motivará la reutilización de productos clásicos. A partir de los años sesenta, el mercado primordial para los realizadores de producciones de animación ha sido la pequeña pantalla. De hecho, la mayor parte de los animadores trabajan en este sector, cada vez más diversificado y complejo. Desde los años sesenta, cuando compañías norteamericanas como Hanna-Barbera centraban sus objetivos en producciones animadas de corta duración, en su mayoría humorísticas, hasta los años noventa, cuando se implantan los canales temáticos y surgen grandes emporios, como el Canal Disney y el TNT, de Ted Turner, la evolución del mercado ha sido evidente. Cada vez se vuelve más imposible cuidar un producto artesanal, y los métodos de producción en serie, muy influidos por la animación japonesa, se van imponiendo en las televisiones de todo el mundo. La mercadotecnia del dibujo animado incluye juguetes, publicaciones en papel (cómics, libros, álbumes didácticos, etc.), juegos de ordenador e incluso franquicias en el sector de la alimentación. Al margen de la elaboración de teleseries y largometrajes destinados a la gran pantalla o el mercado videográfico, los animadores cuentan con otro campo de trabajo en la publicidad, para la cual es muy común la realización de animaciones en papel, con muñecos articulados y, en mayor medida, efectos digitales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario